sábado, 5 de diciembre de 2015

¿Buenos o malos profesores?

Últimamente se está debatiendo sobre la idea que propone José Antonio Marina de clasificar a los profesores entre "buenos y malos" y cobrar más a los profesores buenos, por lo que me gustaría dar mi opinión sobre este tema.
¿Quién decidiría que profesor es bueno y cual es malo? ¿De verdad hay profesores buenos y malos? y la pregunta más importante ¿Cuales son los profesores buenos y cuales son los malos?
A partir de estas preguntas me puse a reflexionar sobre todos los profesores que he tenido a lo largo de mi vida académica y me doy cuenta de que me acuerdo de muy pocos, la mayoría han sido "malos" profesores; aburridos, poco motivadores, ajenos a todo aquello que despierte el interés por sus clases, que desde el minuto uno te muestran un libro que te lo tendrás que aprender de memoria, y día tras día siguen ese patrón hasta que llega el final de curso y te plantan un examen, te ponen una nota y piensan que han cumplido. Esos profesores que no desean enseñar, sino que acuden al centro para justificar su sueldo mensual. No están ahí para despertar el amor por su asignatura, ya que ni ellos la aman. 
Afortunadamente también me he cruzado con unos cuantos profesores que los debo en gran parte lo que soy ahora.
Recuerdo en primaria a una profesora que se llamaba Carmina que en vez de impartir sus asignaturas nos convencía de que a esas edades debíamos de tener otras prioridades y nos enseñó a saber perdonar a los demás de una manera muy especial. Ángeles aquella profesora en la que cada una de sus clases eran risas y diversión ya que según ella lo mejor de la vida era reirse. En secundaria me crucé con un profesor algo peculiar se llamaba Fernando lo definían como exigente, "raro" el primer día que tuve clase con él se plantó delante de todos nosotros y escribió en la pizarra: "mi única religión es el respeto" a partir de ahí se pasó días contándonos su vida, nos transmitía su amor hacia su asignatura pues nos la explicaba de una manera peculiar, creo que nunca me aburrí en sus clases eran clases participativas, una invitación constante al trabajo propio, a la investigación individual sobre la materia. Ya que todos los días nos recordaba que "las matemáticas no se estudian, se trabajan". Cada día me sorprendía más: nos cambiaba de sitio en cada clase para que no nos acostumbráramos a un solo entorno, hacíamos exámenes grupales en los que nos evaluábamos entre nosotros... Finalmente despertó mi interés hacia las matemáticas, una asignatura que había odiado toda mi vida. Elena, profesora de historia de la música, puede que de primeras no parezca una asignatura interesante pero la forma que tiene de enseñarte verdaderamente hace que tu interés por la asignatura se dispare, es la persona que conozco que más ama lo que hace. Una profesora que arrasa porque cree en lo que enseña, porque ama lo que enseña y sabe transmitir ese amor a quienes la escuchan.
Seguramente todos estos profesores a José Antonio Marina le parezcan unos malos profesores ya que la forma que tienen de enseñar no es para nada común.

¿Qué tienen estos profesores que no tienen los malos profesores? Algo que muy claramente se aprecia cuando se asiste a sus clases: el buen profesor ama la asignatura que imparte. Le gusta, le interesa y le importa. El mundo necesita más gente que ame lo que hace. Además, al buen profesor le importa transmitir eso que él ama. El buen profesor quiere hacer llegar a sus alumnos esa fascinación que él siente, ese interés por la materia que imparte. El buen profesor sufre si el alumno no llega al nivel exigido para pasar la materia porque sabe que eso es síntoma de que él no ha llegado como profesor al nivel deseado. Y es que, tras muchos años de ser alumna he llegado a la conclusión de que el alumno no aprende por muchas razones, y una de ellas es que el profesor no sabe enseñarle.
Necesitamos profesores que nos motiven no que nos cuenten unos temarios de memoria, que nos enseñen a amar lo que imparten de la misma manera que ellos lo aman, que hagan que sus clases te dejen con ganas de más, profesores que simplemente se salgan de lo establecido.
Reflexión basada en:


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