Desde niños estamos influenciados por este asunto de la inteligencia, decirle a un padre que su hijo es inteligente es un gran cumplido, vivimos en una sociedad en la que creemos que ser inteligente es sinónimo de éxito en la vida. Sin embargo, pocos son capaces de definir lo que es la inteligencia.
¿Qué es la inteligencia?
Actualmente cuando hablamos de inteligencia nos estamos refiriendo a un conjunto muy específico de habilidades, como define la rae la inteligencia en nuestro día a día es "la capacidad para entender o comprender", "capacidad para resolver problemas"... la pregunta que tenemos que hacernos es ¿que nos estamos dejando fuera?
Cuando hablamos de músicos, atletas, pintores, escritores... raramente nos referimos a ellos como inteligentes, prefiriendo etiquetarlos como talentosos, siendo el talento algo con lo que naces.
Pero todos sabemos que esto no es cierto, como ya he repetido en otras entradas el trabajo duro vence al talento cuando el talento no se está esforzando. Si el músico, deportista, bailarín... no dedicara horas de práctica perdería su talento aparente.
Por eso prefiero hablar de la inteligencia como algo plural ya que existen otras formas de inteligencia: inteligencia emocional, social, cultural, natural, corporal, musical...y no solo aquella inteligencia como comprensión y habilidad para resolver problemas (como define la rae y nos enseñan desde pequeños) no podemos clasificar a los inteligentes solo por esta última. Tener un gran IQ no es un pase a una vida de éxitos.
¿Soy inteligente, soy estúpida?
Ni lo sé, ni me importa, pienso que en la vida hay cosas mucho más importantes. Además pienso que es más importante "saber ser inteligente" que "ser inteligente" y aquel que presuma de ser inteligente acaba siendo un verdadero estúpido.
¿Se puede ser inteligente y bondadoso?
No es que se pueda, todo inteligente debe ser bondadoso. El bueno nunca es tonto. Como dijo José Antonio Marina "la culminación de la inteligencia no es el conocimiento, sino la bondad". Para él, el sistema educativo se ha equivocado en la jerarquía de los asuntos: ha puesto siempre la verdad como objetivo y, de esta manera, hemos progresado en ciencia y en otras materias de conocimiento, pero hemos fracasado en resolver problemas fundamentales que se habrían resuelto si el objetivo hubiera sido la bondad.
“De nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda” - Baltasar Gracián.
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